1) Se calienta el horno a 180 grados y se cubre una bandeja con papel para horno.

2) En un bol se mezcla la mantequilla y el azúcar hasta que la mezcla quede esponjosa y suave, sin grumos. En este momento podemos aprovechar para añadir 3 o 4 gotas de esencia de vainilla o canela al gusto.

3) Después, se añaden los trocitos de chocolate al gusto y la mitad de la harina. Se mezcla todo muy bien y se echa la otra mitad de harina. Volvemos a mezclar todo.

4) Con la masa resultante hacemos bolas de unos 35 mm de diámetro y las colocamos sobre la bandeja teniendo en cuenta que estas bolas crecerán (ya sabemos que el resultado final no es una bola, sino una galleta más bien planita) y que por lo tanto hay que dejar espacio entre bola y bola de masa.

5) Colocamos las galletas en el horno durante unos 12 minutos, en la parte media-alta del horno, hasta que estén un poco doradas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando las saquemos del horno tienen que estar un poco blandas porque al contacto con la temperatura ambiente, se ponen frías y se endurecen hasta tomar la consistencia de una galleta. No hay que dejarlas endurecer dentro del horno porque obtendremos unas galletas duras e incluso quemadas por su parte inferior.

Dejamos enfriar las galletas sobre una rejilla alrededor de 20-30 min.

 

¡Y este sería el resultado!